Me desperté y tenía el coño sucio
me desperté y mi ano estaba desgarrado
me desperté y mis pechos segregaban leche
Me desperté con el clítoris mutilado
me desperté con la cara desfigurada
Me desperté sin dientes
sin lengua
con los pies deformados
las rodillas obstruidas
la cadera desplazada
ladeada la columna
con quince kilos menos
apenas sin cejas
las axilas irritadas
casi sin piel para sujetar los demás órganos y músculos
con uñas que me entorpecían
con incómoda y ridícula vestimenta
absurdos colores en el rostro.
Sin nombre
sin ideas
sin palabras
sin fuerza
me desperté.
Me desperté y mi voz interior dijo:
levanta, levantate, sal
y destrúyelo todo.
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